Los aceites esenciales: el mejor amigo de tu olfato
Todo lo que deberías saber sobre cómo puedes mejorar tu salud y bienestar utilizando tan solo tu olfato y los aceites esenciales.
Desde el momento en que decidimos hacer las velas, optamos por los aceites esenciales. Al principio, no se nos había ocurrido usar ningún otro tipo de fragancia. Simplemente fue así. Sin embargo, conforme íbamos fundiendo cera y creando velas, investigando y aprendiendo de los mejores del sector, nos dimos cuenta de que la mayoría de las empresas de velas apuestan por las fragancias, ya que en el mundo actual las velas se asocian más con su olor que con sus características sanadoras.
Obviamente dudamos de si hacíamos lo correcto y de si no deberíamos cambiar y seguir la corriente de las fragancias y dejar de lado los aceites esenciales.
Tras una larga y exhaustiva investigación, tras días dedicados a testar fragancias, tras muchas encuestas a amigos, dolores de cabeza y náuseas, hemos decidido quedarnos dónde estábamos porque a veces las primeras decisiones son las más acertadas.
Y así fue cómo los aceites esenciales puros se convirtieron en un ingrediente imprescindible de las velas Alea Candles. Te compartimos los resultados de nuestra experiencia e investigación en esta entrada de blog.
¿Qué son los aceites esenciales y en qué se diferencian de las fragancias?
Los aceites esenciales (también conocidos como esencias o aceites volátiles) son extractos concentrados de diferentes partes de una planta o flor que se obtienen por destilación con agua, vapor o por presión de las mismas, sin emplear disolventes u otros procesos químicos que puedan alterar las propiedades de los aceites. Estos líquidos son intensamente aromáticos, no son grasos y son poco densos. No son solubles en agua, pero sí se pueden disolver en alcohol, grasas, ceras y aceites vegetales.
Por eso mismo, en Alea Candles creamos nuestras propias mezclas de aceites esenciales y los mezclamos con aceite de coco o cera de soja antes de añadirlos a la cera de abeja, que actúa de base de nuestras velas. De esta manera, el aceite de coco o la cera de soja absorbe la fragancia de nuestra mezcla de aceites, lo que permite que se superponga al olor de la cera de abeja, intenso por sí mismo.
Nuestras fragancias son sutiles pero existentes. Actúan como un elemento de aromaterapia al encender la vela y no invaden el ambiente con un olor agradable pero cansino a la larga, como sucede con las velas aromatizadas con fragancias.
¿Qué son las fragancias entonces?
Las fragancias son mezclas químicas que recrean un olor particular. Hay miles de fragancias en el mercado que reproducen los olores que nos son tan familiares y que evocan los momentos festivos y agradables de nuestras vidas, como los pasteles y galletas de Navidad que nos recuerdan al invierno; el olor a coco o vainilla, que nos recuerdan a la infancia; o la lavanda y el jazmín que se nos asocian con la primavera y el amor.
Huelen muy bien y mantienen el olor mucho más tiempo, pero debido a la sensibilidad cada vez mayor en las personas a los productos químicos, pueden llegar a producir dolores de cabeza o náuseas. Es algo que nos ha pasado a nosotras con las velas del mercado, los palitos de incienso o incluso con el ambientador del coche. Reconocemos que nos encantan algunas fragancias químicas, pero solo en muy pocas dosis.
Por eso mismo, los aceites esenciales —tanto en las velas como en nuestra vida diaria— han sido una salvación y un elemento imprescindible. Lo curioso es que después de darnos cuenta de ello, cada vez somos más los que renunciamos a las fragancias y productos químicos.
La aromaterapia o cómo funcionan los aceites esenciales
Cualquier uso de los aceites esenciales con fines terapéuticos o medicinales se consideraría aromaterapia. Los aceites se pueden emplear de diferentes maneras: por vía respiratoria, oral o cutánea.
En caso del sistema olfativo, cuando inhalamos el aroma del aceite esencial, este llega a la mucosa nasal, se absorbe y provoca un estímulo en los nervios olfativos, evocando ciertos recuerdos, sensaciones o emociones. En caso de la absorción cutánea, los aceites pasan a la circulación sanguínea y linfática, y se esparcen por nuestro organismo. Por vía oral, pueden tener también sus beneficios específicos, pero solo se han de tomar si son prescritos por un profesional.
Aunque parezca que los aceites esenciales sean inocuos, se ha de tener especial cuidado cuando se usan por vía cutánea u oral, mezclándolos siempre con aceites base.
Por eso mismo, en Alea Candles, tan solo utilizamos los aceites esenciales como parte de nuestro ritual olfativo, mezclando los aceites de las plantas locales, de cultivo de proximidad y añadiéndolos a nuestras velas creadas con intención y propósito determinados.
Por ejemplo, si lo que necesitamos en este momento es paciencia, vamos a encender nuestra vela con el mismo nombre Patience cuyas notas olfativas de lavanda, geranio y ciprés nos producen un estado de tranquilidad y paz. La luz de la vela nos trae al presente y su mantra, nos recuerda que todo tiene su tiempo y que así debe ser.
La aromacología
¿Sabías que en contraposición a la aromaterapia —una ciencia alternativa y natural— existe la ciencia llamada aromacología?
Se trata de una ciencia que fue desarrollada en 1989 por el Sense of Smell Institute (SSI) y que estudia la relación entre los olores y la psicología. Esta ciencia emplea los datos cuantitativos y empíricos como la actividad eléctrica del cerebro, la conducción cutánea y el ritmo cardíaco, entre otros, y los estímulos que se producen en contacto con diferentes aromas. Sin embargo, no solo emplea los aceites esenciales sino también los sintéticos.
El síndrome de la sensibilidad química múltiple (SQM)
Ya hemos comentado que algunas personas, nosotras incluidas, tienen desarrollada una mayor sensibilidad a los olores fuertes. El olor de velas con fragancias químicas, la lejía, el amoniaco, los ambientadores de coche o incluso algunos perfumes pueden provocar migrañas o náuseas. Todos estos síntomas tienen un nombre: el síndrome de la sensibilidad química múltiple o SQM.
Se trata de un trastorno adquirido y crónico que se da como respuesta a la exposición a compuestos químicos que no se consideran tóxicos para la mayoría de la gente. Sin embargo, de alguna manera, un número cada vez mayor de personas padece de este síndrome. En nuestra teoría, cuánto más natural es el estilo de vida que llevas, sin químicos presentes en nuestras dietas y productos de higiene; cuánto más tiempo pasas en los lugares menos contaminados y la naturaleza pura, más sensible te vuelves a los productos y componentes químicos.
¿Alguna vez has notado que el perfume que usabas antes ahora te produce náuseas o mareos? ¿Te has quedado sin aliento cuando limpiabas tu baño con lejía? ¿Abres la ventana cada vez que enciendes un palito de incienso? Todo ello son síntomas de que te has vuelto sensible a los tóxicos.
No es nada malo, al contrario. Nuestro organismo es sabio y sabe lo que le sienta bien y lo que no. Por eso, debemos escucharlo y respetarlo, eliminando aquellas sustancias y productos que le hacen mal y sustituyéndolos con productos naturales. Porque todo es sustituible. Los productos químicos, aunque nos simplifiquen la vida, a veces no son buenos para nuestra salud.
El olfato, ese gran olvidado
El sentido del olfato es el menos apreciado de los sentidos. No nos damos cuenta de lo superpoderoso que es. Nos ayuda a detectar peligros, identificar los alimentos más apropiados o incluso reconocer a personas que nos convienen y que no.
¿Sabías que respiramos unas 23 mil veces al día como media? Respiramos y olemos, y sentimos.
Algunas investigaciones confirman que el olfato es uno de los sentidos más antiguos y que compartimos no solo con mamíferos sino también con las plantas y las bacterias que también son capaces de “oler” moléculas de su entorno y reaccionar. Es más, esos estudios sugieren que inhalar durante el proceso de la toma de decisiones ayuda a tomar la decisión correcta y tener una mayor lucidez.
El primer sentido que se pierde como consecuencia de las enfermedades degenerativas del sistema nervioso central como el Parkinson o el Alzheimer, es el olfato. De esta manera, es fundamental entrenar el olfato para evocar los recuerdos más alejados y activar las zonas del cerebro que podrían estar en desuso.
Está demostrado científicamente que la memoria, el olfato y las emociones están íntimamente relacionados. La información olfativa se traslada directamente al cerebro sin pasar por el tálamo como sucede con los demás sentidos. Cuando esta información pasa por el bulbo olfativo, llega a la corteza cerebral relacionada directamente con el sistema límbico, encargado de la memoria y las emociones.
Sabiendo esto, podemos regular y potenciar nuestras emociones con olores naturales como lo son nuestras mezclas de aceites esenciales, ya que no solo mejoran el estado de ánimo, también ponen en funcionamiento nuestras funciones cerebrales y la memoria, lo cual garantiza que nuestras conexiones cerebrales se renueven y nos mantengamos jóvenes, sanas y equilibradas.
Y tú, ¿has probado la aromaterapia? ¿Cuáles son tus olores favoritos?